No lo puedo evitar... mis 18 años no me han ayudado a erradicar esa manía que caracteriza mi fe, a guardar en un cajón los dulces recuerdos del ayer y mantener firme mi convicción sobre el futuro incierto, hermoso, intransigente...
Después de escribir horas y horas sin resultado alguno decido escucharte, cerrar los ojos y escuchar tu respiración en mi oido. Tan distinta a todo tan hiriente, pero al mismo tiempo necesaria para saber que existo, para mezclarme en tu cuerpo y rescatar esos instantes jamas vividos, de ti, de mi...
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